Castilla, 1488. La desaparición de la joven Raquel durante los disturbios de la vecina judería de Zamora obliga al prestigioso traductor y filósofo sefardita Samuel Colodro a abandonar el anonimato que buscaba al regresar a su ciudad natal. Cuando el regidor Alfonso Fonseca requiere de sus servicios para esclarecer el misterio, se ve obligado a involucrarse en un peligroso juego entre facciones poderosas. Sus convicciones y sentimientos más profundos terminarán también comprometidos.
A través del relato de Samuel Colodro vemos cómo los nombres del pasado regresan para enturbiar la vida de una pequeña comunidad: nombres que unen a la joven desaparecida con los misterios de la kábala, nombres que surgen de las cenizas del antiguo incendio de una sinagoga, nombres manchados con la tierra de los cementerios, abandonados y condenados.
Y entre ellos el nombre de Beatriz: prohibido, inevitable y enigmático.
Como el traductor Samuel Colodro acabará entendiendo, a veces no somos más que nombres que, cuando desaparecemos, permanecen en silencio a la espera de ser pronunciados de nuevo.