Durante más de seis décadas, desde su debut con La Pointe Courte (1954) hasta la lección magistral sobre su propio cine contenida en Varda par Agnès (2019), Agnès Varda ha concebido imágenes cinematográficas con una libertad que siempre le ha llevado a crear sus propias reglas de juego. Sensible a los hechos de su tiempo y manteniendo una curiosidad viva por los otros, su cine tiene una vocación testimonial ejercida con la consciencia de que la realidad nunca puede atraparse y que, en cualquier caso, se muestra desde la subjetividad. A la vez, también es una expresión de su imaginación y así, pues, de sus revêries y de su gusto por los juegos de palabras y la asociación inesperada de imágenes. Entre el documental y la ficción, poniendo en cuestión y transgrediendo sus fronteras y la vida