Presente en todas las civilizaciones y religiones, el aceite —ya sea de oliva, de nuez o de almendra dulce— está presente en todas las etapas de nuestra vida: salud, belleza, alimentación, hogar y economía. Sin embargo, para desempeñar al máximo su función alimentaria, sanitaria o estética, el aceite debe presentar una calidad irreprochable, de primera presión en frío y procedente de semillas en su justa madurez, cultivadas siguiendo los métodos de la agricultura ecológica. Ya va siendo hora de recuperar la calidad de este alimento primordial y devolverle los honores que se merece.