— Quien sabe sufrir: ilumina su vida.
— Quien sabe sufrir: disminuye los padeceres propios
y ajenos.
— Quien sabe sufrir: aprende a estar solo en su soledad.
— Quien sabe sufrir: posee el mejor título otorgado
por la universidad de la vida.
— Quien sabe sufrir: podrá restañar y curar las heridas
ajenas.
— Quien sabe sufrir: se acerca a Dios y al prójimo.
— Quien ha aprendido a sufrir: es comprensivo, paciente
y tenaz.
— Quien ha aprendido a sufrir: se contenta con bien
poco.
— Quien ha aprendido a sufrir: acepta, aunque sea entre
sollozos y lágrimas, la adversidad, la enfermedad, la
muerte.
— Saber sufrir: es recitar con toda el alma: «Hágase tu
voluntad».
— Saber sufrir: es cargar con la propia cruz y seguir
las huellas de Jesús, porque después de la cruz,
del Viernes Santo, viene el domingo de Resurrección,
la gran Fiesta eterna.
— Saber sufrir: le hace al hombre humilde y, a la vez,
grande y trascendente.