"El espejo empañado" se centra en la literatura hispanoamericana como constructora de un sentimiento de identidad continental. El libro busca los caracteres identitarios que ha destacado la literatura, tanto de contenido como formales, analiza los conceptos de naturaleza, verdad, veracidad, compromiso y testimonio y somete a crítica la idea de que la característica definitoria de la literatura hispanoamericana sea el testimonio. Una parte del estudio está dedicada a la novela de plantación, que caracterizó la literatura iberoamericana entre 1920 y 1950, pero que fue olvidada con la llegada del llamado boom, y posteriormente por los libros del testimonio directo. Concluye con una reflexión sobre el espíritu genesiaco de la literatura, independientemente de su significación política.