El protagonista y narrador de Al filo de la razón, cuyo nombre no sabemos, está casado, tiene tres hijas y vive la cómoda vida de abogado y secretario de una sociedad industrial en una ciudad de provincias croata en los años veinte del siglo pasado. Una noche, invitado a una cena, manifiesta su opinión sobre un incidente trágico del que el anfitrión, el director general Domacinski, se está jactando ante los comensales. Al romper de esta forma con las convenciones, el abogado tendrá que enfrentarse a toda la sociedad, que lo repudia, juzga e incluso encarcela por decir la verdad.
Krleža disecciona magistralmente la sociedad provinciana de aquel tiempo, analiza la vida burguesa y dibuja la imagen de los poderosos y de su mente depravada e hipócrita. Entrelaza debates entre el protagonista y conocidos suyos que no entienden su acto moral individual que carece de trasfondo ideológico y que lo lleva al final a juicio y a una condena de ocho meses de cárcel por calumnia y difamación.
Temática y estilísticamente, Al filo de la razón –publicada en 1938– es de una modernidad que apabulla. Sus héroes y antihéroes, desgarrados entre la política y la moral, la verdad y la mentira, la razón y la estupidez, muestran un mundo cruel, sombrío y a veces absurdo, y acerca al autor a las obras de Kafka, Sartre o Kundera.