Una poderosa reflexión sobre hallar propósito en el ocaso de nuestras vidas.
«Dyer, que se ha propuesto escribir un libro sobre los finales, se siente atraído por la infinitud, por la forma en que una cosa lleva a la otra [...]. Hay pasajes realmente magníficos, algunos fragmentos de crítica maravillosos, algunas apasionantes descripciones de psicodélicos».
The New York Times
¿Qué ocurre con la carrera de grandes artistas y atletas cuando llegan a la vejez? ¿Alcanzan una serenidad renovada o sucumben al tormento? A medida que nuestro cuerpo y nuestra mente se deterioran, ¿cómo seguir adelante?
Geoff Dyer reflexiona sobre las secuelas del paso del tiempo y se fija en los últimos días de grandes escritores, pintores, futbolistas, músicos y estrellas del tenis (sí, también Roger Federer). Con un tono mordaz y una lucidez inigualables, Dyer nos acerca a momentos críticos de genios que cedieron física o mentalmente cuando sus carreras alcanzaron la cúspide o que se reinventaron desafiando las convenciones. Entre su exquisita selección, Dyer nos confía el deterioro mental de Nietzsche, los nuevos sonidos que Dylan encontró tras una crisis creativa, las últimas pinturas con cierto aire abstracto de Turner, la brillante pluma de Jean Rhys en su madurez y los mágicos cuartetos finales de Beethoven.
Los últimos días de Roger Federer es una ingeniosa y festiva reflexión sobre la finitud y sobre el arte como modo de perdurar en el tiempo. Una obra conmovedora, ágil y lúcida que nos devuelve la esperanza de hallar sentido a los últimos años de la vida.
La crítica ha dicho:
«Un tesoro nacional».
Zadie Smith
«Dulcemente transcendental. [...] Un libro que, a pesar de tratar un tema sombrío, rebosa energía y su voz resuena alegremente».
The Sunday Times
«Qué sensibilidad tiene charlando con el lector de una manera cálidamente amigable, con su prosa salpicada de humor autocrítico y notas al pie, su erudición para nada pomposa o trivial».
The Daily Telegraph
«La madurez le ha llegado, pero la juventud no se ha ido. Son los soportes para las rodillas en ambas piernas los que ahora lo mantienen en la cancha de tenis, pero, al igual que Federer, lo que lo mantiene en el juego es una mezcla de estilo, toque, sincronización y buen ojo».
The Guardian