A partir del s. III y hasta el día de hoy, la Iglesia ha concedido más importancia a la Religión que al Evangelio, de forma que presenta y vive el cristianismo como una Religión que se funde y se confunde con el Evangelio. Y ello a pesar de que la Religión se enfrentó al Evangelio hasta tal punto que fueron sus propios dirigentes -los sacerdotes- quienes condenaron a Jesús a muerte. Ellos fueron los primeros en darse cuenta de que el Evangelio era la amenaza y la ruina de la Religión.
Una Religión que es la divinización de lo humano, mientras que el Evangelio supone la humanización de lo divino. ¿Por qué, entonces, está más presente en la Iglesia la Religión que el Evangelio? Sencillamente, porque los rituales de la Religión tranquilizan nuestra conciencia, mientras que las exigencias del Evangelio nos plantean el despojo de la riqueza y, sobre todo, del propio yo, lo que resulta muy difícil de aceptar para la mayoría de las personas. Esto ha llevado a una disminución de la relevancia de la Religión y a una desconexión con las necesidades de la sociedad actual.
En consecuencia, las sociedades tecnológicamente avanzadas producen actualmente más bienestar que los rituales de la Religión, que cada día interesan menos y engañan más. En cambio, el Evangelio, que exige el despojo de la riqueza y del yo, nos humaniza en un mundo que se percibe cada día más deshumanizado.
José María Castillo nació en Puebla de Don Fadrique (Granada) en 1929. Hizo los estudios eclesiásticos en la Facultad de Teología de Granada. Jesuita desde 1956. Doctor en Teología (Universidad Gregoriana de Roma). Profesor de Teología Dogmática (Eclesiología, Sacramentos, Espiritualidad) en Granada. Profesor invitado en Madrid (Universidad de Comillas), Roma (Universidad Gregoriana), UCA (San Salvador).Ha publicado 52 libros, con un sentido crítico, destacando determinadas incoherencias entre la Teología Dogmática y el Evangelio. Por esto, en 1983, se le retiró la cátedra de Teología Dogmática. En 1988, junto al Profesor Juan A. Estrada, se vio privado de la Venia docendi (permiso para enseñar). Esto explica que el profesor Estrada pasara a la Universidad de Granada y Castillo fuera destinado a la UCA (El Salvador) para ocupar una parte del vacío que dejaron Ellacuría y sus compañeros asesinados en San Salvador. A partir de entonces la censura eclesiástica fue más severa para Castillo, que en 2007 abandonó la Vida Religiosa (pero no el Sacerdocio) para tener más tiempo y libertad en su producción teológica.En 2011, la Universidad de Granada lo nombró Doctor Honoris Causa