Para Menéndez Pidal, las Leyes de Indias son “monumento precioso para cuantos se ocupan de cuestiones históricas y sociales relativas a los pueblos hispanoamericanos”. Se trata de un amplísimo conjunto de normas que regularon la obra de España en América y Filipinas desde las primeras capitulaciones firmadas por los Reyes Católicos con Cristóbal Colón, hasta las independencias. Una legislación que, para Menéndez Pidal, “revela honda preocupación por los principios eternos de la justicia… en el generoso y bien difícil propósito de asimilar a los pueblos indígenas”. Las Leyes de Indias merecen ser objeto de admiración y de estudio obligado, tanto por la eficacia en la organización legal, social y política que llevaron a un territorio inmenso, en un contexto extremadamente complejo, como por constituir el origen de la regulación de los derechos humanos, del derecho del trabajo y del derecho internacional.
Y fue la Escuela de Salamanca, una de las más brillantes escuelas de pensamiento de la Historia, la que bajo el impulso del descubrimiento de un nuevo continente, propició el paso del pensamiento teórico, filosófico y moral, a su aplicación práctica en diversos ámbitos, entre ellos el del derecho, dando lugar, en el siglo xvi, a una doctrina española de derechos humanos, que se adelantó en varios siglos a las que la siguieron. El hecho de que, de manera sorprendente, el Derecho Indiano y su significado sean tan desconocidos hoy por el ciudadano medio y por gran parte del estamento profesional, en España y en Hispanoamérica, merece ser analizado, pero no es el objeto de este libro, en el que Julio Henche proporciona un panorama cabal de un fenómeno único en la historia, comparable en su capacidad unificadora y civilizadora a lo que Plinio atribuyó a Roma en ambas orillas del Mediterráneo, pero aquí trasladado a ambas orillas del Atlántico -incluso al Pacífico-, a partir de una obra legislativa que sin duda superó con creces al Derecho Romano en cuanto a sus avances humanísticos.