«¿Cuál es el primer olor que recuerdas haber sentido? Intenta volver a tu infancia o adolescencia a un momento concreto donde el encuentro con una realidad vaya asociado a un olor: el contacto con el mar unido a la peste emanada del pescado podrido, un paseo por el campo ligado al penetrante olor de la tierra mojada…». En estas páginas el lector encontrará inspiradores ejercicios como este, que conectan teoría, práctica y ejemplos de los grandes maestros, con los que mejorar las herramientas básicas de todo escritor: la vista, el gusto, el olfato, el oído y el tacto. Una guía que nos recuerda que la literatura se construye con la imaginación, sí, pero a partir de los sentidos.