De la muerte de habla poco y de la muerte de un hijo mucho menos, pero los padres y las madres que hemos
pasado por el horror de ver morir a un hijo necesitamos, desesperadamente, expresar nuestros sentimientos. Es, una
necesidad vital que nos aleja de la locura y nos ayuda a encontrar, de nuevo, el sentido a la vida. Porque, aunque
parezca mentira, es posible renacer después de un golpe así. Mi hijo se fue pronto, pero durante su último mes de vida
escribió también un diario. No importa lo corta que sea una vida, lo que importa es vivirla.