Desde hace 5000 años, en los grandes textos religiosos, los Vedas, la Biblia, las inscripciones cuneiformes de los sumerios, los jeroglíficos egipcios, los calendarios mayas o aztecas, o incluso en las observaciones astronómicas modernas y los trabajos de los paleobiólogos, se evoca una serie de acontecimientos extraordinarios, a escala planetaria, que dejan entrever un gran cambio del mundo en 2012. No podemos hacer desaparecer de un plumazo lo que algunos consideran profecías: la insistencia en esta fecha, por el contrario, debe conducirnos a estudiarlas y comprenderlas. Por otra parte, es fácil constatar, si se observa lo que pasa a nuestro alrededor en todos los ámbitos (climático, geográfico, económico, etc.), que un gran cambio ha comenzado ya: esto lleva a interrogarse sobre las correlaciones entre la realidad actual y las profecías, lo que parece una crónica anunciada de un nuevo mundo.